MIEDO Y SOLIDARIDAD EN MEXICO. EL SHOCK DEL SISMO

Guadalupe Sánchez E

XX INTERNATIONAL FORUM OF PSYCHOANALYSIS Florence,
Convitto della Calza - octubre 17-20, 2018
Guadalupe Sánchez E.
Seminario de Sociopsicoanálisis A.C.
México

Tiembla la tierra y el inconsciente hace temblar las consciencias

 

Psicoanalíticamente pisar tierra firme simboliza la base sobre la cual nos apoyamos y apoyamos las realidades concretas de nuestra existencia, condición indispensable para el equilibrio físico y psicológico. Cuando tiembla la tierra, el miedo es el mecanismo de la defensa de la supervivencia y la principal emoción que se activa.  Los daños y peligros se vuelven de súbito reales.


El mayor impacto después de un sismo es psicológico, que se vive dentro del cuerpo con manifestaciones fisiológicas inmediatas. Un TERREMOTO es un movimiento violento de la energía que proviene de la profundidad de la Tierra, imposible de predecir. La violencia del choque emotivo (shock) experimentado por una consciencia excesivamente intelectualizada, egocéntrica, que toma contacto brutal con la madre tierra, que derrumba lo creado tanto material como psicológicamente constituye un derrumbe de la realidad.


Como los niños pequeños, que evolutivamente viven miedos universales básicos a morir, a caer, al abandono, a la orfandad, a la oscuridad, a crecer; los ciudadanos están sujetos a la emoción reprimida del miedo a la soledad y el aislamiento, al abandono, a la enfermedad, al amor y al dolor, o miedos culturales aprendidos: al fracaso, al ridículo, a la pobreza, por no nombrar los imaginarios. La angustia mortal que se experimenta, el temor a la fragmentación, está incapacitada para expresarse en palabras, sólo de maneras indirectas.  Ante la emergencia, los ciudadanos logran conectarse con sus sentimientos, con su corazón y no solo con su cabeza como venían haciéndolo. Los poderes del inconsciente y del inconsciente social, no son de un manejo fácil. Pero eso ya lo sabíamos. Sin embargo, cuando tiembla la tierra, el inconsciente hace temblar las consciencias.

 

El simbolismo de la fecha


En México se vivió en septiembre de 2017, dos temblores. El primero, bastante fuerte, la noche del 7. Los daños que causó los sufrió el México rural del sur, las comunidades pobres. Y el segundo, tremendo, al mediodía del 19 de septiembre, en la misma fecha que el terremoto del 19 de septiembre de 1985, una fecha mágico-traumática, que activa automáticamente la memoria del cuerpo. Todas las clases sociales se vieron afectadas, pero sobre todo la ciudad México y las poblaciones del estado de Morelos, Puebla y Oaxaca donde además de la pérdida de vidas humanas, se perdieron casas habitaciones y oficinas, se dañaron cantidad de monumentos e iglesias, conventos y zonas arqueológicas, patrimonio cultural de la nación.

                      

La víspera del temblor, se vivía en México un contexto de crisis económica, política, social y humanitaria, que podría considerarse una situación de trauma social por el clima de violencia e inseguridad caracterizada por el miedo justamente, a ser robadas, abusadas, asesinados, o desaparecidos. El cúmulo de miedo. La autora Joanne Bourke[i] concluye que el miedo es también un arma de dominación política y de control social. Son diversos los autores que denuncian el uso político del miedo como forma de control de la población, produciendo escenarios (no falsos) de inseguridad ciudadana.[ii]


Me gustaría ilustrar la presencia del miedo en el arte a través de un cuento de 1953, que resulta profético y vigente del escritor mexicano Juan Rulfo llamado El Día del Derrumbe donde describe su recuerdo de un temblor del año anterior acaecido también en un mes de septiembre: “Hasta vi cuando se derrumbaban las casas como si estuvieran echas de melcocha; nomás se retorcían así, haciendo muecas y se venían las paredes enteras contra el suelo. Y la gente salía de los escombros toda aterrorizada corriendo derecho a la iglesia dando de gritos” (El llano en llamas, 1953)


La gama de emociones que se derivan a partir de lo que describe Rulfo en este párrafo, remite a un cúmulo de pérdidas: el techo que cobija, con pertenencias y objetos significativos, documentos, animales, la muerte de seres queridos. Rulfo continua en este cuento con la conducta cínica de los funcionarios insensibles que acuden a la zona del derrumbe.


Más allá del apoyo psicológico individual, la crisis como un estado de desestructuración de la personalidad para las personas  más directamente afectadas, producto del  acontecimiento traumático del sismo, que nos imposibilita responder de la manera en que habitualmente lo hacemos, y que dura  cuando menos unas seis semanas, demanda una ayuda psicológica de emergencia fuera del consultorio. Se  organizó una serie de talleres de cuatro horas a tres grupos de 23 personas, empleados de dos instituciones públicas,  en sus centros de trabajo, donde el objetivo primordial era reconectar los  fragmentos, reconstruir su historia y dotar de significado los síntomas presentes, así como integrar los planos de lo personal, lo simbólico  y lo social con el conocimiento del sí mismo y de los otros a través del siguiente proceso:


El taller inició, con el plano de lo personal, con las preguntas abiertas a los participantes ¿Cómo les fue? ¿Qué sintieron? ¿qué se desplomó? Se trataba de personas afectadas directamente por daños sustanciales en edificios, sus centros de trabajo. Los distinguimos de quienes fueron rescatados de entre los escombros, o perdieron su casa; o de aquellos que perdieron a seres queridos en cuyo caso estalla toda clase de certidumbre y desencadena otro tipo de duelo. Después anotaron en un papel ¿Qué significó para mí el temblor? ¿Cómo se conectaba el sismo con mi vida personal?  ¿Qué surgía con el temblor? Y quienes así lo desearon lo compartieron en voz alta.


Pudimos observar que el relato de sus vivencias comenzaban con el miedo hasta el extremo del pánico y con lo que les pasaba en su cuerpo. Proseguían con la siguiente secuencia: dónde se encontraban cuando tembló, qué sintieron, lo que pasó por su mente, cómo reaccionaron, lo que hicieron y lo que vieron, presas de la angustia. Describieron los principales temores: el miedo a morirse, o su familia, quienes tenían hijos pensaban en ellos, antes que nada, miedo a perder  todo. “Me sentí perdida, como que no era yo, crujía, se caían las cosas, los  plafones, el movimiento era violento, vi gente fuera de sí,  el apocalipsis”. Al escucharse unos a otros lo que sentían y cómo trataron de salvarse, les permitió en el grupo, conectar mejor consigo mismos, e integrar los distintos planos de conciencia, sentirse menos desorientados, menos raros, locos, aislados y solos.


Imaginen a los habitantes de una de las ciudades más grandes del mundo y la mitad de un país con sólo un lenguaje corporal: alteraciones inmediatas en su fisonomía, modificaciones faciales, agrandamiento de ojos, aplanamiento de labios, llanto y gritos, alteraciones en su química sanguínea, en el ritmo cardíaco acelerado, el corazón bombeando sangre a toda velocidad, aumento de la presión arterial, amenazado.


Con el desplome de las estructuras en el exterior, se desploman las  internas, se movilizaban una gama de emociones ordinariamente controladas o reprimidas. El shock del sismo des reprime las emociones del adulto para manifestarse tal y como las manifiestan los niños. Como por ejemplo el caso del Sr. U que relató su experiencia sobre la intensidad de su angustia a pesar de no haber sufrido daño alguno, asociándola al hecho de haber estado en el vientre de su madre cuando el temblor del 85 y su casa se colapsó, comprendiendo ahora aquella ansiedad con la que vivía su madre durante su primer año de vida. O la Sra. Jo “cuando niña me perdí una vez y frente a una puerta me sentí huérfana”. Vimos que se presentaba una necesidad curiosa de volver a encontrar el camino, un camino para las emociones, pero la mayoría de los participantes no sabía cuál era, lo que incrementaba el miedo pensando que lo que sentían no desaparecería nunca. ¿cuándo se está listo para recoger los pedazos de la tragedia?


En el plano de lo social


los participantes hablaron del malestar social, del contexto en el que el temblor ocurre, del hartazgo ante la corrupción, la impunidad, la inseguridad, la criminalidad, los feminicidios, el estado fallido, la indiferencia, el distanciamiento defensivo ante tanto dolor, que ni la alerta de las protestas o la hiper conciencia de ciertos sectores de la población, lograrían movilizar lo que el terremoto si pudo.


En el plano de lo simbólico


En las creencias de los participantes, encontramos la “Catástrofe Cósmica”, el anuncio del paso de un ciclo a otro, el fin de una época y el comienzo de otra. Cuando la fuerza todopoderosa de uno de los cuatro elementos simbólicos de la naturaleza (tierra, viento, agua y fuego) se  manifiesta, se hace necesario poner mucha atención comentaron, porque se desencadena en cataclismo sin rumbo fijo. El elemento tierra  simboliza a la madre, la fertilidad como germen de vida y alimento, principio femenino donde reposa la creación, la vida y la muerte, engendrador y exterminante. Representa al inconsciente con sus profundidades desconocidas que para Carl Jung corresponde a un quiebre que permite el paso de un estado de consciencia a otro pues restaura de la manera más brutal posible, las comunicaciones entre todas las regiones psíquicas para conducirnos a un estadio superior de conciencia.


Las etapas psicoemocionales por las que se atravesó son: 1. el shock (pasmo, confusión, desorientación, imposibilidad para dormir, ansiedad) 2. la interrupción de la vida cotidiana 3. El rescate y la remoción de escombros 4. el manejo del shock 5. La recuperación de la adversidad 6. La reconstrucción (resolución, elaboración del duelo) La resolución del trauma consiste en enfrentar la idea de la muerte y la catástrofe como un rito de paso a algo necesariamente nuevo.


¿Cómo se maneja el shock cuando el miedo afecta los cuatro dominios de la resiliencia: físico, emocional, espiritual y mental? La coherencia y la auto regulación se ven notablemente afectadas. Después de la desorientación y el pasmo, se responde con movimiento y más movimiento, la necesidad de ayudar, de ser útil, como  una forma de volver a organizarse mentalmente. La acción comunitaria, que es creativa e inventiva, espontanea, con acrecentada capacidad para dar y ganas de hacer lo correcto por nuestros semejantes, los damnificados, es en mi opinión, no porque “solo en la catástrofe nos unimos” como dice la frase cliché si no precisamente porque es una manera positiva de manejar el shock. Las emociones por si mismas son potentes moduladores de otras emociones (Buechler,S)


Lo que se desploma con el terremoto además de las estructuras, según expresaron los participantes, es el individualismo recalcitrante, la pasiva resignación, el aislamiento, el egocentrismo, el desinterés, la apatía, la indiferencia, la intelectualización y la frialdad de la comunicación cabeza-mente racional. En contraposición, la construcción de cada acción se vuelve acción comunitaria, la fuerza ciudadana, una sensación de que en colectivo se adquiere el poder de transformar la realidad como en las cadenas humanas donde los materiales de salvamento pasaban de mano en mano hasta llegar al punto de ayuda, en una organización autogestiva y de interés hacia el otro, el aprecio por la vida y los sentimientos que les daba la fortaleza para contra restar el miedo.


Sobre lo social expresaron que se desplomaba también un régimen decadente que desprecia la vida y valora la imagen, el dinero como único fin, o que la gente sea considerada como cosas. Lo que se desploma es el engaño, el autoengaño y lo que surge es una consciencia de lo positivo que realmente se puede hacer.


Con el temblor, la ciudad, guardó el silencio de la muerte y con éste la vida ordinaria se interrumpió, incluida toda la actividad económica. Todo pasó a un segundo término, incluido el “Yo” que se encontró por un período de tiempo, libre de deseos, por lo que puede alcanzar la virtud y la unidad con el todo, verdaderamente unificados.


Ante el miedo, la claridad, la protección y la solidaridad. “Tenemos que ayudar a la gente mamá” le dijo su hijo un niño de tres años.  El llanto, la conexión, la interacción con el extraño, ayudar y abrazar a desconocidos, sacarlos de las ruinas, abrir las casas y los restaurantes para ofrecer gratis los baños o la recarga de los teléfonos celulares, brindar un techo a los damnificados o una silla, comida, víveres, ropa y agua eran las únicas actividades en varios días.


Vimos un encuentro horizontal de todas las clases sociales, el espectáculo del talento y la valentía de los oficios. Los jóvenes (ahora muchas mujeres)  que cansados del futuro y del mundo que se les hereda, no encuentran su lugar en el mundo, fueron los primerísimos en actuar. Como sociedad, no estamos acostumbrados a verlos en acción, dijeron. Con modos alternativos la bicicleta, la patineta y la mochila en la espalda, el pico y la pala, el botiquín y los víveres que tomaron de la alacena de su casa, dieron una lección. De sentirse nadie pasaron a ser: brigadistas, enfermeros, obreros, artistas para niños, líderes, clasificando  víveres, una cadena humana activa. Lo que surgió: el aprecio por la vida, un voluntariado, el trabajo gratuito con un desinterés material,  la responsabilidad social. Cuando quienes tienen más dan a los que se quedaron sin nada,  una ola de ayuda a otros estados de la república, recordando que existen comunidades pobres, se demuestra que la distribución de la riqueza es posible y que hay acciones que se necesitan hacer ahora para cambiar el futuro.


Hacia el final del taller y para balancear lo que parecía una serie de cuentos de miedo o una novela de terror (recordemos que el miedo es un género literario y cinematográfico) se reflexionó sobre cómo ayudarse a uno mismo, qué necesita mi cuerpo, mi corazón, cuál es mi camino fuera de la tragedia.


Se pidió  a los participantes que escribieran un mensaje que nos dijera lo que necesitábamos escuchar a manera de galleta de la suerte. Los revolvimos en una canasta, cada uno sacó un papelito y leyó su mensaje. Algunas de las frases fueron:


“Se necesitaba que la tierra temblara para despertarnos. Ahora nadie puede dormir”


“La belleza de una flor proviene de sus raíces, a arraigarnos a lo nuevo que está por venir” “La fuerza de tu corazón vencerá los obstáculos” o bien “oír nuestro corazón y relajarnos”, “decirle a nuestra familia cuanto los amamos cada día y a nuestros compañeros de trabajo”, “vuelve a lo básico, las cosas sencillas de la vida”, “las grandes sacudidas nos ayudan a derrumbar lo caduco y nos invitan a reconstruir a partir del conocimiento”


Muchos mensajes recomendaron descansar y recuperarse, hacer lo que más nos guste, plantar semillas, escuchar música, meditación, yoga, caminar, escribir una carta o un poema, o leer el libro del Tao.


Como conclusión diremos que ante el Miedo la Solidaridad. Parece que retomar el contacto con el cuerpo y el corazón con sensaciones positivas de apreciación y restaurando la conexión entre los sobrevivientes y la comunidad se favorece la recuperación del trauma y de la adversidad.


[i] Bourke, Joanna (2007). Fear: A Cultural History (en inglés). Counterpoint. p. 365. ISBN 978-1593761547.

por Dr. Mauricio Cortina y Psic. Guadalupe Sánchez Enríquez 13 de febrero de 2025
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por Guadalupe Sánchez 16 de febrero de 2021
¿Por qué lastimamos al personal de salud? Guadalupe Sánchez Semsoac. Julio 2020 La emergencia causada por la enfermedad Covid-19 es un período atípico que altera el estado emocional produciendo angustia por el miedo a morir que reprimimos en la vida cotidiana. Vivimos un malestar social, una condición de trauma social porque no podemos darle un lugar en nuestra propia mente. Se incorpora la experiencia en fragmentos que, inconscientemente se rechazan y que suelen ser dirigidos hacia el exterior, hacia quienes encarnan más vulnerabilidad como el personal de salud. Queremos comprender por qué en México se dan ataques al personal médico y de enfermería a pesar de los llamados a no discriminar, en contraste con otros países en donde se les aclamó espontáneamente como héroes. El psicoanálisis ofrece algunas aproximaciones. La agresión en contra del personal de salud, es una reacción exacerbada de ansiedad insertada en una paradoja para algunos irresoluble: atacar a quien nos puede salvar. Se trata de un estado interno de desorganización mental que carece de la habilidad para discernir cuál es la fuente de peligro o cuál de salvación, porque en estos contextos ambas pueden ser encarnadas en la misma persona como ocurre con las figuras cuidadoras de los infantes que son al mismo tiempo figuras amenazantes. Este paso al acto es un ataque concreto impulsivo e irracional, desesperado por auto preservarse y que trata de eliminar al que cree es agente del mal, percibido como el objeto malo, de odio, culpable de su sufrimiento, disociando lo bueno de lo malo y sin la posibilidad de integrar esos aspectos. El fenómeno va mucho más allá de una discriminación consciente y es más complejo por las motivaciones inconscientes derivadas por una historia socioafectiva previa y un carácter determinado por la situación social económica y cultural en que se creció. En México traemos una historia social de mucha violencia, además una historia de muchos años atrás de maltrato por parte del personal de salud a las y los derechohabientes debido a la falta de recursos en el sistema público de salud. La pandemia re-traumatiza, ¿podrán cuidar de mí para no morir? Observamos respuestas narcisistas de dos tipos. Por un lado, una respuesta narcisista benigna y adaptativa a las distintas etapas de la pandemia, que, aunque niega temporalmente lo que está pasando: “a mí no me va a pasar”, “yo no me voy a morir” que reta inicialmente, pero que evoluciona y enfrenta eventualmente las señales de la realidad. La segunda es una respuesta narcisista de tipo maligna no adaptativa, que es delirante, persecutoria, y que, según Freud, yace en los mecanismos más inconscientes y primitivos de todos los seres humanos que implica omnipotencia del pensamiento, con vivencias de daño, castigo y violencia que destruye. Consideramos que las personas con una historia biofi lica y amorosa serán solidarios, cuidadosos de los demás y podrán tolerar con mayor fuerza esta adversidad. En cambio, cuando vemos estas respuestas violentas encontramos que la desesperanza es alta. Cuando hay desesperanza para poder cambiar la realidad, se es más propenso a lastimar a nuestros seres significativos. Esta aproximación nos permite concientizar que en situaciones extremas nadie está exento de sentir desesperación frustración e impotencia y pasar inconscientemente a la agresión. También es una invitación a que es posible conscientemente tomar acciones balanceadas para “aplanar la curva de la discriminación”. Psicoanalista del Seminario de Sociopsicoanálisis A.C. Agradezco a mis colegas: Dr. Juan José Bustamante, Dra. Patricia González y Dra. Angelica Rodarte su colaboración para esta reflexión. lupssan@hotmail.com
por Patricia González y Guadalupe Sánchez 16 de febrero de 2021
Las guardianas de la salud Tiempos de covid19 en México Patricia González Duarte y Guadalupe Sánchez Seminario de Sociopsicoanálisis AC (Semsoac) Miembros Fundadoras. Julio 2020 Vivir bajo una condición de emergencia sanitaria, una contingencia que nos confronta todos los días con la muerte, se vuelve una condición de trauma para los ciudadanos y para el personal de salud en especial. Las enfermeras, los enfermeros, así como el maestro y las maestras que gozaron en el pasado de una posición de respeto en la sociedad, se fue perdiendo con la modernidad, incluso se infravaloró. ¿Cómo y cuándo se perdió el vínculo con las enfermeras? En medio de esta infravaloración llegaron a la actual crisis sanitaria. Un mes después de que comenzó la pandemia, en Abril 2020, se supo por los medios de comunicación de agresiones al personal de salud, muestras nada solidarias; se les agredió física, social y psicológicamente, se les discriminó, amenaza y hostigó. Los daños iban desde un improperio hasta arrojarles bebidas calientes o cloro, o bien golpearles en un caso, en cuya defensa la enfermera se fracturó dos dedos. Se amenazó en una ocasión con prender fuego a un hospital si se reconvertía a Covid o se les negó la entrada a lugares públicos como supermercados, al transporte público e incluso que entraran a su domicilio. Los agresores fueron hombres o mujeres desconocidos, extraños en la calle, familiares de pacientes hospitalizados o bien de entre el mismo personal de salud e conflicto por tanto estrés laboral. Se trata de un fenómeno que sorprendió al mundo. Proviene de la ignorancia dicen los comentaristas y de los fuertes prejuicios por discriminación. En realidad psicológicamente proviene de un psiquismo con un complejo funcionamiento narcisista que demuestra graves errores de juicio y falta de objetividad, por el miedo extremo a l a enfermedad y a la muerte imposible de regular. La falta de control de impulsividad les lleva a cruzar los límites de lo socialmente aceptado y permitido. La angustia extrema inculpa a las enfermeras de diseminar el virus “a mí no me va a contagiar” antes los lastimo, lo cual causa socialmente indignación. Las guardianes de la salud fueron así estigmatizadas y violentadas. Al mismo tiempo en contraste, han surgido por parte tanto del gobierno, como de empresas privadas, así como de la ciudadanía estrategias para combatir la estigmatización, y frenar la agresión, sensibilizando sobre su difícil situación, valorando su labor, proponiendo en redes sociales y en los medios de comunicación, reconocimiento, a través de aplausos, serenatas y menciones, se pide agradecimiento (en algunas colonias como la de Valle se les celebra como en España) solidaridad y protección, poniendo a su disposición transporte y hospedaje en cuartos de hoteles o en Los Pinos así como alimentación. En México nos tocó la pandemia 2020 en un año de transición de un nuevo gobierno democrático elegido en junio de 2018 y que tomó posesión en diciembre de 2019, en la cual, el personal de salud cobre un papel el más relevante. Atiende a los enfermos de Covid-19 presentando, desde nuestro punto de vista, un sufrimiento emocional incalculable. Además del alto estrés laboral exigidos por la emergencia más allá de sus fuerzas para realizar sus propias tareas dentro del hospital, el dolor de verse contagiados o sus compañeros o el duelo que se pospone cuando colegas mueren por contagio, el agobio de extremar precauciones y la necesidad de estar hiper atentos para realizar adecuadamente los procedimientos de protección y prevención contra el contagio. Descuidarse es un peligro latente para a su vez ,no contagiar a su familia con la que viven. Es importante señalar que cuando se agrede a un solo integrante de la salud o muere por contagio, el dolor termina siendo para todo el gremio. El personal de salud ha reaccionado a través de su jefa solicitando en las conferencias de salud y hasta con lágrimas respeto, que les permitan trabajar con tranquilidad, hacer lo que saben hacer. La tristeza y el coraje que sienten tienen que ser reprimidos manifestándose en molestias físicas y síntomas psicopatológicos ya que no pueden responder con violencia ni expresar sus emociones, se saben indispensables y cruciales en este momento en el desempeño de sus funciones a favor de la vida. Históricamente el personal de enfermería, ha luchado desde el siglo pasado para que se les considere como profesional calificado para dar cuidados de calidad. Tienen arriba de ellas una jerarquía médica de carácter autoritario predominantemente, aunque sean licenciadas en enfermería, algunas con estudios de postgrado. Son responsables de los enfermos y su privacidad, el contacto con la familia, el principal enlace entre esta familia y el paciente. En muchas ocasiones guían y son el soporte y respaldo de médicos internos, residentes y personal de base, no son meras ayudantes dependientes de ellos para realizar sus procedimientos, suelen ser proactivas y tener iniciativas y recibir la alta demanda emocional de los familiares. En general, son sensibles y desarrollan mecanismos de defensa ante el dolor físico y emocional, reducen y o tratan de evitar el sufrimiento humano, ayudan a prolongar la vida, controlan riesgos, también su objetivo es curar enfermedades, así como rehabilitar, recuperar y promover la salud. Suelen ser receptivas y sensibles ante la ansiedad, depresión e incertidumbre y mucho más ahora con el paciente Covid 19 hospitalizado, grave e intubado. Como la investigación ha revelado, las cuidadoras (mayoritariamente mujeres) de personas enfermas, con discapacidad o vejez, están expuestas a lo imprevisto, a la muerte y por supuesto al burnout o desgaste profesional y es natural e inevitable que vayan desarrollando mecanismos de defensa que les lleva a reaccionar muchas veces con distancia, frialdad o indiferencia. Cada vez que una persona muere, el personal de enfermería se enfrenta de manera inconsciente con su propia muerte y vulnerabilidad, sus emociones oscilan entre su servicio ´el deber de la vida y la conciencia de morir´. Su rol es parecido al de una madre. Pero permitámonos conocer según nuestra experiencia tratando en psicoterapia a enfermeras y médicas, cómo es un día hábil en la presente emergencia y así comprender la mística y vocación de estas profesionales de la salud, su parte humana. Durante el día laboral en sus ocho horas de trabajo-que se convierten en más horas dado que se ayudan entre sí- no comen, no duermen, no toman agua y no van al baño y no lo hacen porque tienen que vestirse, con tres o cuatro capas de ropa esterilizada con la que se están protegiendo y prefieren no moverse, ni quitarse los gogles, caretas o guantes, ya que tardarían mucho más de lo que se tardan habitualmente. No quieren desperdiciar material que tiene que irse a la basura especial o volver a ser después esterilizado. Tampoco se sientan porque las condiciones de atención a un enfermo pueden cambiar súbitamente. Se quejan de problemas varios, como de várices, o inflamación cuando diariamente tienen que estar haciendo otros procedimientos, dentro del hospital, de preparar cadáveres para que se los lleven, ayudar a la identificación, etc. Además, enfrentan pacientes que se ponen nerviosos porque no ellos dicen no saber si hablan con un hombre o una mujer, no se ve la cara ni las expresiones faciales, razón por la cual decidieron portar un gafete con fotografía y su nombre. Lo que más les preocupa y da miedo es la intubación endotraqueal, porque se abren las vías respiratorias y se exponen directamente frente al virus. Comentan que también platican con sus pacientes sobre su vida, sus preocupaciones y ofrecen contención de manera intuitiva a las emociones derivadas del aislamiento y de la separación brusca de su familia, por si fuera poco, y con las energías que les quedan sirven de enlace entre pacientes y familia a través del celular. Todo lo anterior les trae consecuencias que es necesario conocer para brindarles el reconocimiento que merecen por este sacrificio único y especial que les toca inevitablemente. Las mascarillas ejercen presión sobre el cuello, les jala hacia delante y las encorva, la presión sobre los músculos de la cara les deja marca y a algunas pieles les hace heridas, los lentes además de empañarse lesionan la piel, las batas protectoras los mantiene permanentemente húmedos por el calor del cuerpo y el sudor, los dedos de tan húmedos que quedan se les forman pequeñas heridas. También con los hombres está sucediendo esto. Como consecuencia de lo anterior, algunos miembros del equipo de salud desarrollan dermatosis, se deshidratan, están presentando problemas renales, es decir la están pasando muy mal lo que tiene incluso consecuencias psicológicas, experimentan signos de depresión, ideas de muerte, agotamiento, desesperación, ataques de pánico y requieren contención y apoyo psicoterapéutico. Como profesionales de la salud mental recomendamos la necesidad de darles apoyo y contención emocional por el estrés laboral y toda la carga psicológica que cotidianamente enfrentan durante esta situación de crisis, para evitar que pierdan la confianza, la seguridad y la esperanza. El tema requiere realizar la investigación conducente para comprender y prevenir fenómenos sociales como este.
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