9.- Ni Trauma Social ni nuevas Patologías
Rómulo Aguillaume Torres
Rómulo Aguillaume Torres España
Que la realidad social juega un papel fundamental en la construcción del sujeto psíquico es un hecho señalado desde los comienzos del pensamiento psicoanalítico. El problema fue siempre fijar esa presencia, si del lado de la causalidad psíquica, de la etiología o como simple acompañante de una estructura yoica obligada a catectizar y significar una realidad condicionada por lo inconsciente.
Aun cuando Freud introdujo una cierta confusión al equiparar lo social y lo psicológico Psicología de las masas y análisis del Yo, ello no impidió diferenciar ambos espacios: la construcción de la subjetividad y la estructuración psíquica dan cuenta de dos referentes que inciden en lo psíquico de manera distinta.
Esta Ponencia pretende diferenciar ambos conceptos, producción de subjetividad y constitución psíquica, y señalar como la psicopatología es tributaria de una constitución psíquica- atravesamiento de lo inconsciente - mientras la producción de subjetividad lo es como acompañante ineludible.
Ni trauma social...
Hasta 1897 Freud estuvo convencido de la naturaleza social de las neurosis. El desorden sexual –lo incestuoso- que caracterizaba a la sociedad Vienesa de su tiempo era la evidencia de una patología que se resistía a la medicina. En septiembre de ese año escribe a su amigo Fliess, ya no creo en mi neurótica y el pensamiento psicoanalítico da un cambio fundamental que no nos cansaremos de señalar. Es una autentica ruptura epistemológica, una apertura a una visión nueva de la realidad: la realidad psíquica. Se pasa de la realidad percibida a la realidad representada y se rompe, sobre todo, con esa dicotomía entre lo subjetivo y lo objetivo. De ahora en adelante el sujeto del psicoanálisis va a vivir en ese mundo donde lo objetivo y lo subjetivo pierden su valor tradicional.
Este cambio de paradigma nos va a permitir leer los casos clínicos de Freud no únicamente como referencias empíricas de sujetos inmersos en un momento histórico determinado, sino como sujetos psíquicos, atemporales, provenientes de un tiempo mítico, donde lo inconsciente impone su relevancia. Ese es el campo que empieza a delimitar Freud, el de la construcción de una estructura psíquica referente siempre del campo de la psicopatología.
Pero, ¿qué quedó del factor histórico y social de esa primera época? Otros autores, quizás el más importante sea Ferenzci, siguieron fijándose en ellos y abrieron la puerta a lo que sería, más tarde, el llamado movimiento neoanalítico. Dentro de este campo podemos situar autores como Sullivan, Karen Horney o Eric Fromm que en sus diferencias tendrían en común su preocupación por una realidad social que colocaron en el centro de su investigación.
Pero la presencia de lo social condicionando lo psíquico continuó siendo algo pendiente en psicoanálisis.
Lo que se llama producción de la subjetividad es del orden político e histórico. Tiene que ver con el modo con el cual cada sociedad define aquellos criterios que hacen a la posibilidad de construcción de sujetos capaces de ser integrados a su cultura de pertenencia. Hay proyecto de producción de subjetividad en cada sociedad y estos proyectos de producción de subjetividad, tiene ciertas características: el modo de funcionamiento de la familia del siglo XX en Occidente, con funciones bien diferenciadas, es del orden de la constitución de la subjetividad. Mientras que la diferenciación tópica en sistemas regidos por legalidades y tipos de representación es del orden de la constitución psíquica. De ahí que lo constitutivo del psiquismo, da cuenta de aspectos científicos del psicoanálisis, y que se sostienen con cierta transcendencia por relación a los distintos períodos históricos. (2- S. Bleichmar)
Quiere decirse que la necesidad de diferenciar claramente los niveles de organización psíquica se nos hace evidente: constitución psíquica y producción de subjetividad hablan de fenómenos y organizaciones distintas. En nuestra opinión la subjetividad se va construyendo en relación a lo social y a lo largo de toda la vida, teniendo su referente fundamental la problemática de la identidad y, quizás, la legalidad del preconsciente. La constitución psíquica se organiza en los primeros años en la problemática edípica y su referente fundamental es el inconsciente.
Quiere decirse que si el aporte psicoanalítico (Freud-M Klein- Lacan) ha sido el de darnos un constructo de lo psíquico al margen de lo histórico cultural ello determinará un espacio funcional autónomo. En palabras de S. Bleichmar: “más allá de que las inscripciones que constituyen las instancias secundarias (yo, ello, superyó) puedan sufrir variaciones culturales, habrá elementos insoslayables de la pautación que imponen sus regulaciones para que los seres humanos puedan vivir en común y sostenerse en el marco de los riesgos que los acechan.” (ID. Pág. 34) Lo cual quiere decir que lo cultural no se mueve en un universo arbitrario del todo es posible ya que “las condiciones de existencia de una sociedad no se proyectan hacia el futuro sin una cierta universalización ética, que opera como imperativo categórico para el universo de sujetos que engloba” (Id.Pág. 34)
La relación entre cultura y psicopatología o entre lo social y lo psíquico se presta, en ocasiones, al no tener en cuenta esta diferencia entre producción de subjetividad y constitución psíquica, a equívocos o a ciertas simplificaciones. Así, Joan Coderch “Me parece razonable pensar que el incremento en el número de pacientes con personalidad narcisista que vemos en nuestros consultorios es debido, por lo menos en gran parte, a los cambios que, en forma progresivamente acelerada, desde las últimas décadas del siglo XX, han ido desarrollándose en el tejido social. Y, dicho de forma más radical, pienso que si el número de personalidades narcisistas va en aumento es porque la nuestra es una sociedad notablemente narcisista, y una sociedad narcisista estimula y alimenta la aparición de personalidades narcisistas.”
Esto está dicho en el año 2006. En el año 1987, esto es, casi 20 años antes y también entre nosotros (Revista de Psicoanálisis, 1987: La estructura borderline en el marco de las contradicciones actuales. Norma Ferro...) plantean el problema en los mismos términos: “Este trabajo lo iniciamos con la hipótesis, extraída de nuestra práctica profesional, de que en la actualidad estamos asistiendo a una mayor emergencia de estructuras borderline.” En este caso las autoras son algo más específicas y encuentran la confirmación de su hipótesis, no en aspectos generales de la sociedad, sino en los modelos familiares tipo “que van apareciendo en distintos momentos históricos, en función de distintas condiciones socioeconómicas y políticas...” El salto de esas condiciones sociopolíticas y su reproducción en el contexto del grupo familiar no las encontraremos por ninguna parte y, así se convierten en peticiones de principio: “Tomamos al Grupo Familiar como una de esas realidades grupales, donde observamos cómo se expresa y reproduce lo social y como se concreta lo individual a través de un inter-jugar constante”. A partir de aquí ya será posible la construcción de problemáticas sociales que se reproduzcan en el grupo familiar en una suerte de confusión entre lo social y lo psíquico donde el inconsciente queda relevado a lo preconsciente y donde el discurso ideológico toma el protagonismo.
… ni nuevas patologías.
El diagnostico empezó siendo fundamental en relación a las posibilidades terapéuticas. En cualquier caso, el diagnóstico venia ya de la medicina y arrastraba por tanto el problema de la salud y la enfermedad. No obstante, el psicoanálisis pretendió romper con esta división y presentó la salud y la enfermedad como un continuo en el desarrollo psíquico y no una diferencia cualitativa entre lo sano y lo enfermo. La gran polémica que se daba en tiempos de Freud era en torno al carácter degenerativo o constitucional de la enfermedad.
Aun rompiendo con estos planteamientos, el psicoanalista se vio forzado a la clasificación: neurosis, psicosis y perversiones fueron los diagnósticos que surgieron y aun predominan. La problemática del carácter y el grupo de los pacientes narcisistas y borderline amplia discretamente el campo psicopatológico.
Uno de los argumentos más repetidos en la actualidad es que ya no se ven los pacientes que veía Freud. Otros, más exigentes, dicen que tampoco se ven los de M. Klein ni los de Lacan. Sin embargo, también se dice que hoy al Hombre de los lobos se le diagnosticaría de borderline y nunca de obsesivo. Quiere decirse entonces, que quizás lo que esté cambiando es la exigencia diagnóstica y no tanto las nuevas patologías.
Los pacientes que veía Freud los conocemos por sus historiales y sabemos cómo los historiales freudianos eran cuentos de hadas y no historiales clínicos al modelo médico. Historiales que no reflejan una realidad histórica social sino un devenir de un sujeto psíquico atravesando su problemática edípica. Hay psicoanalistas inquietos que no se conforman con un campo tan restrictivo de la actividad psicoanalítica. El propio Freud no se conformó y amplió su herramienta a demasiados campos: la historia, la religión, la sociología, el arte, etc.
Como se construye el sujeto psíquico en el campo adípico es una cosa y como se construye la subjetividad en el campo social es otra. Así, “la diferencia entre producción de subjetividad y constitución del psiquismo tiene que ver con la causalidad de la patología psíquica. La patología psíquica se da en la desarmonía de la constitución psíquica mientras la patología social se da en la desarmonía de la producción de subjetividad. Por eso, y en nuestra opinión el sujeto social ha cambiado desde la época de Freud a hoy, pero no así el sujeto psíquico. Eso le permite decir a Lacan “que no hay ninguna diferencia estructural entre el pensamiento del señor Aristóteles y el de algunos otros” (Pág. 196 La tópica de lo imaginario. Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud)
Si Freud sacó la sexualidad del campo de la auto conservación lo cual constituye el acta de nacimiento del psicoanálisis, Stoller, casi 100 años más tarde dio un paso decisivo en este empeño en diferenciar lo social de lo psíquico y, precisamente también en el campo de la sexualidad. El concepto de género surge del psicoanálisis para definir un concepto sociológico: los roles que cada cultura otorga a que es lo femenino y que es lo masculino y cuáles son las relaciones posibles en dicha cultura.
La “Violencia de género” se ha convertido en Occidente y sobre todo en algunos países como el nuestro, España, en una categoría diagnóstica de carácter sociopsicológico.
El Consejo de Europa firmó, en mayo de 2011 y nada menos que en el Estambul de Erdogan, un Convenio de protección a la mujer contra la violencia de género y doméstica.
En el artículo tercero se presentan las definiciones de las cuales solo voy a señalar algunas:
ARTÍCULO 3
Definiciones
A los efectos del presente Convenio:
a) Por «violencia contra la mujer» se deberá́ entender una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres, y se designarán todos los actos de violencia basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o sufrimientos de naturaleza física, sexual, psicológica o económica, incluidas las amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, en la vida pública o privada;
b) Por «violencia doméstica» se entenderán todos los actos de violencia física, sexual, psicológica o económica que se producen en la familia o en el hogar o entre cónyuges o parejas de hecho antiguos o actuales, independientemente de que el autor del delito comparta o haya compartido el mismo domicilio que la víctima;
c) Por «género» se entenderán los papeles, comportamientos, actividades y atribuciones socialmente construidos que una sociedad concreta considera propios de mujeres o de hombres;
d) Por «violencia contra la mujer por razones de género» se entenderá́ toda violencia contra una mujer porque es una mujer o que afecte a las mujeres de manera desproporcionada;
e) Por «victima» se entenderá toda persona física que esté sometida a los comportamientos especificados en los apartados a y b;
f) El término «mujer» incluye a las niñas menores de 18 años.
Como vemos el legislador se olvida de señalar que quien emplea la violencia contra la mujer siempre es un hombre. Enseguida vendrán en su ayuda, psiquiatras, psicólogos, sociólogos, incluso psicoanalistas, para construir la imagen del maltratador.
Esto es un buen ejemplo de la construcción de una categoría diagnóstica entendible desde esa concepción de la producción de subjetividad desde lo social.
En septiembre del año 2011 tuvo lugar en España uno de esos asesinatos que conmocionan a la sociedad. Un padre en proceso de separación mata a sus dos hijos, de seis y dos años de edad, los incinera y simula que se han perdido en un parque. Los medios de comunicación emprenden una cruzada informativa donde policías, forenses, psiquiatras, sociólogos y ningún psicoanalista van dando la interpretación de los hechos según sus respectivas disciplinas. La insatisfacción se hizo evidente a medida que transcurrían los meses y se procesaba a un sujeto que permaneció en el anonimato psíquico por obra y gracia de un discurso aparentemente psicológico pero que no era más que el rescate que el sentido común hace de categorías que nada explican. El diagnostico que ha quedado es el de: narciso, autoritario, agresivo e incapaz de amar. Y naturalmente alusiones a la malignidad de una sociedad de la que surgen semejantes individuos.
Los conceptos psicoanalíticos han quedado pues, subsumidos en esa otra dimensión que es la del sentido común por obra y gracia de la función re significante de los medios de información que se sienten más cómodos en el campo de la sociología.
Pero, en cualquier caso, esta deriva vulgarizadora no resuelve el problema. La necesidad de un diagnostico se impone y solo los datos de un comportamiento son insuficientes. El diagnostico psicoanalítico es transferencial no fenomenológico.
¿Podríamos decir que nos encontramos con una nueva patología ante los datos fenomenológicos de este caso? Un trastorno obsesivo compulsivo y una destructividad extrema, ¿el asesinato de los hijos, como forma de odio al cónyuge?
Desde el punto de vista estructural no sabemos si el paciente es tan solo un neurótico –trastorno obsesivo compulsivo- un psicótico, o un perverso que usa al otro, la esposa, como vehículo de su placer narcisista.
Pero si aceptamos que en la construcción psíquica van actuar esas dos dimensiones: constitución del psiquismo y producción de subjetividad nos tendríamos que plantear no solo sus definiciones sino sus mecanismos de construcción. En el caso de la constitución psíquica toda la metapsicología freudiana, los mecanismos psíquicos primarios de M. Klein y el RSI de Lacan parecen articulados para darnos cuenta de dicha constitución.
En el caso de la producción de subjetividad me temo que no pasamos de la mera definición, del señalamiento del espacio donde se produce, pero, en ningún caso, los mecanismos que la hacen posible.

¿Por qué lastimamos al personal de salud? Guadalupe Sánchez Semsoac. Julio 2020 La emergencia causada por la enfermedad Covid-19 es un período atípico que altera el estado emocional produciendo angustia por el miedo a morir que reprimimos en la vida cotidiana. Vivimos un malestar social, una condición de trauma social porque no podemos darle un lugar en nuestra propia mente. Se incorpora la experiencia en fragmentos que, inconscientemente se rechazan y que suelen ser dirigidos hacia el exterior, hacia quienes encarnan más vulnerabilidad como el personal de salud. Queremos comprender por qué en México se dan ataques al personal médico y de enfermería a pesar de los llamados a no discriminar, en contraste con otros países en donde se les aclamó espontáneamente como héroes. El psicoanálisis ofrece algunas aproximaciones. La agresión en contra del personal de salud, es una reacción exacerbada de ansiedad insertada en una paradoja para algunos irresoluble: atacar a quien nos puede salvar. Se trata de un estado interno de desorganización mental que carece de la habilidad para discernir cuál es la fuente de peligro o cuál de salvación, porque en estos contextos ambas pueden ser encarnadas en la misma persona como ocurre con las figuras cuidadoras de los infantes que son al mismo tiempo figuras amenazantes. Este paso al acto es un ataque concreto impulsivo e irracional, desesperado por auto preservarse y que trata de eliminar al que cree es agente del mal, percibido como el objeto malo, de odio, culpable de su sufrimiento, disociando lo bueno de lo malo y sin la posibilidad de integrar esos aspectos. El fenómeno va mucho más allá de una discriminación consciente y es más complejo por las motivaciones inconscientes derivadas por una historia socioafectiva previa y un carácter determinado por la situación social económica y cultural en que se creció. En México traemos una historia social de mucha violencia, además una historia de muchos años atrás de maltrato por parte del personal de salud a las y los derechohabientes debido a la falta de recursos en el sistema público de salud. La pandemia re-traumatiza, ¿podrán cuidar de mí para no morir? Observamos respuestas narcisistas de dos tipos. Por un lado, una respuesta narcisista benigna y adaptativa a las distintas etapas de la pandemia, que, aunque niega temporalmente lo que está pasando: “a mí no me va a pasar”, “yo no me voy a morir” que reta inicialmente, pero que evoluciona y enfrenta eventualmente las señales de la realidad. La segunda es una respuesta narcisista de tipo maligna no adaptativa, que es delirante, persecutoria, y que, según Freud, yace en los mecanismos más inconscientes y primitivos de todos los seres humanos que implica omnipotencia del pensamiento, con vivencias de daño, castigo y violencia que destruye. Consideramos que las personas con una historia biofi lica y amorosa serán solidarios, cuidadosos de los demás y podrán tolerar con mayor fuerza esta adversidad. En cambio, cuando vemos estas respuestas violentas encontramos que la desesperanza es alta. Cuando hay desesperanza para poder cambiar la realidad, se es más propenso a lastimar a nuestros seres significativos. Esta aproximación nos permite concientizar que en situaciones extremas nadie está exento de sentir desesperación frustración e impotencia y pasar inconscientemente a la agresión. También es una invitación a que es posible conscientemente tomar acciones balanceadas para “aplanar la curva de la discriminación”. Psicoanalista del Seminario de Sociopsicoanálisis A.C. Agradezco a mis colegas: Dr. Juan José Bustamante, Dra. Patricia González y Dra. Angelica Rodarte su colaboración para esta reflexión. lupssan@hotmail.com

Las guardianas de la salud Tiempos de covid19 en México Patricia González Duarte y Guadalupe Sánchez Seminario de Sociopsicoanálisis AC (Semsoac) Miembros Fundadoras. Julio 2020 Vivir bajo una condición de emergencia sanitaria, una contingencia que nos confronta todos los días con la muerte, se vuelve una condición de trauma para los ciudadanos y para el personal de salud en especial. Las enfermeras, los enfermeros, así como el maestro y las maestras que gozaron en el pasado de una posición de respeto en la sociedad, se fue perdiendo con la modernidad, incluso se infravaloró. ¿Cómo y cuándo se perdió el vínculo con las enfermeras? En medio de esta infravaloración llegaron a la actual crisis sanitaria. Un mes después de que comenzó la pandemia, en Abril 2020, se supo por los medios de comunicación de agresiones al personal de salud, muestras nada solidarias; se les agredió física, social y psicológicamente, se les discriminó, amenaza y hostigó. Los daños iban desde un improperio hasta arrojarles bebidas calientes o cloro, o bien golpearles en un caso, en cuya defensa la enfermera se fracturó dos dedos. Se amenazó en una ocasión con prender fuego a un hospital si se reconvertía a Covid o se les negó la entrada a lugares públicos como supermercados, al transporte público e incluso que entraran a su domicilio. Los agresores fueron hombres o mujeres desconocidos, extraños en la calle, familiares de pacientes hospitalizados o bien de entre el mismo personal de salud e conflicto por tanto estrés laboral. Se trata de un fenómeno que sorprendió al mundo. Proviene de la ignorancia dicen los comentaristas y de los fuertes prejuicios por discriminación. En realidad psicológicamente proviene de un psiquismo con un complejo funcionamiento narcisista que demuestra graves errores de juicio y falta de objetividad, por el miedo extremo a l a enfermedad y a la muerte imposible de regular. La falta de control de impulsividad les lleva a cruzar los límites de lo socialmente aceptado y permitido. La angustia extrema inculpa a las enfermeras de diseminar el virus “a mí no me va a contagiar” antes los lastimo, lo cual causa socialmente indignación. Las guardianes de la salud fueron así estigmatizadas y violentadas. Al mismo tiempo en contraste, han surgido por parte tanto del gobierno, como de empresas privadas, así como de la ciudadanía estrategias para combatir la estigmatización, y frenar la agresión, sensibilizando sobre su difícil situación, valorando su labor, proponiendo en redes sociales y en los medios de comunicación, reconocimiento, a través de aplausos, serenatas y menciones, se pide agradecimiento (en algunas colonias como la de Valle se les celebra como en España) solidaridad y protección, poniendo a su disposición transporte y hospedaje en cuartos de hoteles o en Los Pinos así como alimentación. En México nos tocó la pandemia 2020 en un año de transición de un nuevo gobierno democrático elegido en junio de 2018 y que tomó posesión en diciembre de 2019, en la cual, el personal de salud cobre un papel el más relevante. Atiende a los enfermos de Covid-19 presentando, desde nuestro punto de vista, un sufrimiento emocional incalculable. Además del alto estrés laboral exigidos por la emergencia más allá de sus fuerzas para realizar sus propias tareas dentro del hospital, el dolor de verse contagiados o sus compañeros o el duelo que se pospone cuando colegas mueren por contagio, el agobio de extremar precauciones y la necesidad de estar hiper atentos para realizar adecuadamente los procedimientos de protección y prevención contra el contagio. Descuidarse es un peligro latente para a su vez ,no contagiar a su familia con la que viven. Es importante señalar que cuando se agrede a un solo integrante de la salud o muere por contagio, el dolor termina siendo para todo el gremio. El personal de salud ha reaccionado a través de su jefa solicitando en las conferencias de salud y hasta con lágrimas respeto, que les permitan trabajar con tranquilidad, hacer lo que saben hacer. La tristeza y el coraje que sienten tienen que ser reprimidos manifestándose en molestias físicas y síntomas psicopatológicos ya que no pueden responder con violencia ni expresar sus emociones, se saben indispensables y cruciales en este momento en el desempeño de sus funciones a favor de la vida. Históricamente el personal de enfermería, ha luchado desde el siglo pasado para que se les considere como profesional calificado para dar cuidados de calidad. Tienen arriba de ellas una jerarquía médica de carácter autoritario predominantemente, aunque sean licenciadas en enfermería, algunas con estudios de postgrado. Son responsables de los enfermos y su privacidad, el contacto con la familia, el principal enlace entre esta familia y el paciente. En muchas ocasiones guían y son el soporte y respaldo de médicos internos, residentes y personal de base, no son meras ayudantes dependientes de ellos para realizar sus procedimientos, suelen ser proactivas y tener iniciativas y recibir la alta demanda emocional de los familiares. En general, son sensibles y desarrollan mecanismos de defensa ante el dolor físico y emocional, reducen y o tratan de evitar el sufrimiento humano, ayudan a prolongar la vida, controlan riesgos, también su objetivo es curar enfermedades, así como rehabilitar, recuperar y promover la salud. Suelen ser receptivas y sensibles ante la ansiedad, depresión e incertidumbre y mucho más ahora con el paciente Covid 19 hospitalizado, grave e intubado. Como la investigación ha revelado, las cuidadoras (mayoritariamente mujeres) de personas enfermas, con discapacidad o vejez, están expuestas a lo imprevisto, a la muerte y por supuesto al burnout o desgaste profesional y es natural e inevitable que vayan desarrollando mecanismos de defensa que les lleva a reaccionar muchas veces con distancia, frialdad o indiferencia. Cada vez que una persona muere, el personal de enfermería se enfrenta de manera inconsciente con su propia muerte y vulnerabilidad, sus emociones oscilan entre su servicio ´el deber de la vida y la conciencia de morir´. Su rol es parecido al de una madre. Pero permitámonos conocer según nuestra experiencia tratando en psicoterapia a enfermeras y médicas, cómo es un día hábil en la presente emergencia y así comprender la mística y vocación de estas profesionales de la salud, su parte humana. Durante el día laboral en sus ocho horas de trabajo-que se convierten en más horas dado que se ayudan entre sí- no comen, no duermen, no toman agua y no van al baño y no lo hacen porque tienen que vestirse, con tres o cuatro capas de ropa esterilizada con la que se están protegiendo y prefieren no moverse, ni quitarse los gogles, caretas o guantes, ya que tardarían mucho más de lo que se tardan habitualmente. No quieren desperdiciar material que tiene que irse a la basura especial o volver a ser después esterilizado. Tampoco se sientan porque las condiciones de atención a un enfermo pueden cambiar súbitamente. Se quejan de problemas varios, como de várices, o inflamación cuando diariamente tienen que estar haciendo otros procedimientos, dentro del hospital, de preparar cadáveres para que se los lleven, ayudar a la identificación, etc. Además, enfrentan pacientes que se ponen nerviosos porque no ellos dicen no saber si hablan con un hombre o una mujer, no se ve la cara ni las expresiones faciales, razón por la cual decidieron portar un gafete con fotografía y su nombre. Lo que más les preocupa y da miedo es la intubación endotraqueal, porque se abren las vías respiratorias y se exponen directamente frente al virus. Comentan que también platican con sus pacientes sobre su vida, sus preocupaciones y ofrecen contención de manera intuitiva a las emociones derivadas del aislamiento y de la separación brusca de su familia, por si fuera poco, y con las energías que les quedan sirven de enlace entre pacientes y familia a través del celular. Todo lo anterior les trae consecuencias que es necesario conocer para brindarles el reconocimiento que merecen por este sacrificio único y especial que les toca inevitablemente. Las mascarillas ejercen presión sobre el cuello, les jala hacia delante y las encorva, la presión sobre los músculos de la cara les deja marca y a algunas pieles les hace heridas, los lentes además de empañarse lesionan la piel, las batas protectoras los mantiene permanentemente húmedos por el calor del cuerpo y el sudor, los dedos de tan húmedos que quedan se les forman pequeñas heridas. También con los hombres está sucediendo esto. Como consecuencia de lo anterior, algunos miembros del equipo de salud desarrollan dermatosis, se deshidratan, están presentando problemas renales, es decir la están pasando muy mal lo que tiene incluso consecuencias psicológicas, experimentan signos de depresión, ideas de muerte, agotamiento, desesperación, ataques de pánico y requieren contención y apoyo psicoterapéutico. Como profesionales de la salud mental recomendamos la necesidad de darles apoyo y contención emocional por el estrés laboral y toda la carga psicológica que cotidianamente enfrentan durante esta situación de crisis, para evitar que pierdan la confianza, la seguridad y la esperanza. El tema requiere realizar la investigación conducente para comprender y prevenir fenómenos sociales como este.