Seminario de Sociopsicoanálisis A.C.

Sociedad miembro de la Federación Internacional de

Sociedades Psicoanalíticas (IFPS)

Sociedad Internacional de Erich Fromm (EFIS)

Sociedad de Erich Fromm de Norteamérica (EFSNA)

 RENIECYT 617/2008         


                   El Seminario de Socio psicoanálisis, ha sido, desde 1984, un lugar de estudio, formación, investigación y transmisión del psicoanálisis con un enfoque social. En éste, han confluido diversas maneras de sensibilización como personas y profesionistas en la labor clínica, a través de diversos proyectos que continuamente lo han convocado a reunirse semanalmente, para la reflexión y la revisión de los fundamentos de la teoría y la práctica psicoanalítica, teniendo como ejes teóricos fundamentales la obra de S. Freud, E. Fromm y J. Bowlby

                       

     NUESTROS EJES BÁSICOS SON 


1. Formación, docencia y transmisión del Sociopsicoanálisis. Consta de un programa de formación en psicoanálisis con orientación social de cuatro años y un seminario clínico permanente para el estudio, la discusión y el análisis de lecturas teóricas psicoanalíticas, la supervisión grupal de casos clínicos y la discusión psicoanalítica de cine.

2. Investigación del carácter social en grupos de interés social y del apego infantil en díadas madre-bebé mexicanas

3. Atención clínica volviendo el psicoanálisis accesible a personas de bajos recursos económicos

4.  Atención a poblaciones desfavorecidas promoviendo su desarrollo y la salud mental


                             





Miembros




En la foto miembros y amigos del Seminario:
Sonia Gojman de Millán, Rainer Funk, Margarita Borzelli, Patricia González, Angélica Cortés, Juan José Bustamante y Laila Bustamante Sánchez




El origen del nombre del grupo Seminario de Sociopsicoanálisis se inspira en el libro "Sociopsicoanálisis del Campesino Mexicano" de Erich Fromm. Los fundadores originales del Seminario, que lo conocieron, asistieron a algunos de sus clases, y participaron en ese estudio siendo muy jovenes, son Salvador Millán y Sonia Gojman de Millán.

La vida y la obra de Erich Fromm, demuestra que la práctica de la psicoterapia y el psicoanálisis tiene lugar en contextos sociopolíticos y culturales concretos que determinan la manera en que emprendemos el análisis, y el comportamiento consciente-inconsciente de las personas. Contamos con una labor académica y clínica sólida con esta metodología, lo que hemos denominado una formación en psicoanálisis con orientación social.


                                           

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Miembros

ERICH FROMM

Erich Fromm, sociólogo y pensador alemán, fue un psicoanalista y un extraordinario ser humano que aportó la riqueza vivificante de su enfoque, la relación terapéutica esencial con el paciente. Proponía la comprensión del paciente en su totalidad (lograr ver realmente al otro) no de manera superficial sino profunda, así como la contextualización sociocultural de su experiencia. Le llamó “encuentro directo con el otro” no solo como paciente sino como ser humano, siendo esta experiencia la más satisfactoria, más maravillosa y vivificante que pueda darse entre dos personas cuando es significativa, porque en ese momento, el otro, deja de sentirse aislado en medio de su padecimiento.

 

La relación terapéutica para Erich Fromm tanto como para nosotros, no debe ser una de tipo intelectual o racional sino por el contrario debe marchar con una conexión emocional, un sentimiento de regocijo, de aumento de vitalidad, que deje al analista con ese mismo sentimiento. Entonces sabremos que verdaderamente se ha hecho algo psicoanalíticamente importante (en Funk, R., Recordando a Erich Fromm, Paidós Contextos, 2011)

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INTERCAMBIOS

CULTURALES

Encuentros

Artículos publicados  en Español, Italiano y Portugués de la Revista Espacio Psicoanalítico (IFPS y Semsoac)

por Salvador Millán. 16 de junio de 2014
A.S.-El apego se refiere a la relación entre infante y su cuidador SM- Cuidador es el termino empleado para definir la cercanía que se establece entre el adulto y el bebe. Logrando crear una relación cuando el adulto responde oportunamente a las señales y demandas biológicas que el bebe manifiesta desde sus primeros meses de vida. Lo que va definiendo la relación. -No es una característica del niño. En realidad el niño tiene definidas sus demandas biológicas y emocionales, enviando miradas, sonrisas, señales, llantos, conductas, que van precisando la búsqueda de cercanía. -El niño puede tener un buen apego con uno de sus padres, pero no con el otro. Depende de la relación particular que se establece. Esto define individualidades tanto de los padres como del bebe. Los bebes pueden establecer un tipo de apego con la madre y pueden establecer otro tipo de apego, distinto, con el padre u otra figura significativa. El apego siempre definiéndose por la calidad de las respuestas ofrecidas a las demandas del bebe. -Cuando se habla del “apego seguro” no quiere decir que es un apego pegajoso, tieso, más fuerte que otro. La relación de apego es permanentemente sensible, se va estableciendo desde los primeros días del recién nacido hasta que se establece alrededor de los 7 meses de vida, -Todos los infantes tienen apegos; en los seguros se da por el tipo de relación de calidad al cuidarlos. Una encuesta mundial la WFMH. (Federación Mundial de la Salud Mental), a cargo de J. Bowlby, habría encontrado que durante los tres primeros años de vida del infante: “uno de los padres establecía una relación basada en lo lúdico”. Juego, armonía, interés compartido. Explicita recomendación como vacuna para el desarrollo y futuro emocional del infante, más allá de la alimentación infantil. -No todos los apegos son iguales: la diferencia está en la calidad. Calidad de la atención que define al cuidador por su sensibilidad, por su cooperación, lo que le permiten resolver oportunamente señales del bebe. -Aquellos que tienen apegos seguros tienen confianza, cuentan con que los padres les responderán cuando haga falta. Por eso decimos “ellos están seguros en el apego”. Queda establecida una relación entre el bebe y su cuidador principal. La teoría del Apego se fundamente en las manifestaciones presentes durante el periodo de desarrollo, como prolongación de la gestación; implícitamente se definen las señales del bebe. Ofrecer un refugio físico que protege no es suficiente para proporcionarlo; definir el trato hacia el bebe ha permitido el desarrollo como tal. ¿Es esto lo que ha permitido la sobrevivencia a la especie? -¿Cómo podemos saber si un apego es seguro? Existen varias maneras. Si un niño está ansioso se conforta fácilmente por la presencia o por las actividades del cuidador. Cuando no está contento quiere estar cerca de ella. Cuando está contento, puede explorar y estar tranquilo, solo con mirarla. Así se puede saber si un bebe tiene un apego seguro, al observar la organización del comportamiento La organización del comportamiento del bebe requiere de “flexibilidad de la atención”, (M. Main 93) lo que le permite estar contento al jugar, contento al explorar, contento al ver a la madre. Esta característica de flexibilidad de la atención corresponde al apego seguro. -Un comportamiento organizado le hace sentir seguro al bebe En ese sentido el bebe puede estar tranquilo sabiendo que la madre o cuidadora, responderá, aunque no le vea de inmediato. Algunos autores, como D. Stern (1991), mencionan al inicio de la identidad, en el bebe, desde esos primeros meses de vida. -Otros bebes tienen organizaciones diferentes: algunos tienen que quedarse cerca de la madre, (el cuidador) todo el tiempo y no exploran libremente. Muestran vigilancia extrema. Los resistentes, cuando se separan de la madre lloran mucho, en su reencuentro no dejan de llorar; aún que la madre los cargue llegan a patalear y enojados indican que se quieren bajar; estando abajo piden querer ser cargados nuevamente y otra vez forcejean. Acciones que se repiten por más de tres minutos. Este tipo de bebes se muestran ansiosos, pendientes de su madre para y por cualquier movimiento. Su atención es fija para ella, lo que hace inflexible, rígida su atención. -Otros, al no estar contentos con su madre, mantienen sus sentimientos alejados de ella y en parte alejados de ellos mismos. No se sienten seguros; son evitativos. Este tipo de bebes parecen indiferentes, inexpresivos a la madre. En cambio muestran una gran atención a lo que están haciendo, exploran, encuentran objetos, juguetes. Aparentemente no se enteran si está o no está su madre con ellos. En separaciones de ella, si se lleva a cabo un registro del tono cardiaco se encontrará muy acelerado; lo mismo en las medidas de adrenalina en sangre, se encuentran elevadas, lo que demuestra un sufrimiento interno en esa apariencia inflexible y atención concentrada en otro eje. Hasta aquí se han descrito estos tres tipos de apego: seguro, ansioso ambivalente y evitativo. Corresponden a conductas encontradas en población no clínica, es decir sana en términos amplios. -Finalmente los bebes y cuidadores con las peores relaciones no pueden mantener una buena organización, particularmente cuando están afligidos. Los bebes se desorganizan. Este tipo de apego resulta porque el cuidador es incompetente. Dos elementos acompañan al bebe: miedo y un comportamiento muy extraño. Este tipo de apego es una paradoja; se le ha denominado apego desorganizado “D”. - Sin duda que la Situación Extraña ha sido un instrumento de investigación que ha permitido evaluar el apego. La categoría de apego desorganizado habla de gestación de patología en progreso. Este hallazgo es un aporte del tipo de investigaciones que emplea el procedimiento de la Situación Extraña, descrito por Mary Ainsworth. Los bebes muestran falta de coordinación, ausencia de la coherencia en la conducta. A su vez, muestran escenas que denotan miedo. El que se manifiesta en la expresión de la cara, acompañan al sufrimiento la introducción de los dedos a la boca al ir a un encuentro con la madre. O se esconden detrás de la silla en su presencia. También, algunos otros, se desploman súbitamente al suelo, lo que resulta una paradoja; no es posible correr, lo que impulsa el miedo y al mismo tiempo ir a hacia la madre. Otras encuentros muestran que el bebe se golpean la cabeza contra la pared, siempre delante de la madre. Al extremo, cuando la madre los carga, alguno tirar manotazos a la cara. Cuadros severos de conducta desorganizada que ha llevado a investigar a población adulta con sintomatología de patología mental severa. Proyectos que se llevan a cabo a través de la entrevista de Apego Adulto. El Seminario de Sociopsicoanálisis lleva a cabo, bajo la responsabilidad de la Dra. Sonia Gojman una investigación en población urbana y rural: 86 díadas a la fecha 2009. En ella se han llevado a cabo los procedimientos: a) la Situación Extraña de M Ainsworth, b) la Entrevista de Apego Adulto de M. Main y Col, c) Dos Video Observaciones en casa y d) la aplicaciones del Cuestionario Interpretativo, modificado, de Carácter Social de E, Fromm. La investigación ha permitido participar a profesionistas de la salud, sociólogos y miembros del Seminario.
por Rómulo Aguillaume Torres 16 de marzo de 2014
Que la realidad social juega un papel fundamental en la construcción del sujeto psíquico es un hecho señalado desde los comienzos del pensamiento psicoanalítico. El problema fue siempre fijar esa presencia, si del lado de la causalidad psíquica, de la etiología o como simple acompañante de una estructura yoica obligada a catectizar y significar una realidad condicionada por lo inconsciente. Aun cuando Freud introdujo una cierta confusión al equiparar lo social y lo psicológico Psicología de las masas y análisis del Yo, ello no impidió diferenciar ambos espacios: la construcción de la subjetividad y la estructuración psíquica dan cuenta de dos referentes que inciden en lo psíquico de manera distinta. Esta Ponencia pretende diferenciar ambos conceptos, producción de subjetividad y constitución psíquica, y señalar como la psicopatología es tributaria de una constitución psíquica- atravesamiento de lo inconsciente - mientras la producción de subjetividad lo es como acompañante ineludible. Ni trauma social... Hasta 1897 Freud estuvo convencido de la naturaleza social de las neurosis. El desorden sexual –lo incestuoso- que caracterizaba a la sociedad Vienesa de su tiempo era la evidencia de una patología que se resistía a la medicina. En septiembre de ese año escribe a su amigo Fliess, ya no creo en mi neurótica y el pensamiento psicoanalítico da un cambio fundamental que no nos cansaremos de señalar. Es una autentica ruptura epistemológica, una apertura a una visión nueva de la realidad: la realidad psíquica. Se pasa de la realidad percibida a la realidad representada y se rompe, sobre todo, con esa dicotomía entre lo subjetivo y lo objetivo. De ahora en adelante el sujeto del psicoanálisis va a vivir en ese mundo donde lo objetivo y lo subjetivo pierden su valor tradicional. Este cambio de paradigma nos va a permitir leer los casos clínicos de Freud no únicamente como referencias empíricas de sujetos inmersos en un momento histórico determinado, sino como sujetos psíquicos, atemporales, provenientes de un tiempo mítico, donde lo inconsciente impone su relevancia. Ese es el campo que empieza a delimitar Freud, el de la construcción de una estructura psíquica referente siempre del campo de la psicopatología. Pero, ¿qué quedó del factor histórico y social de esa primera época? Otros autores, quizás el más importante sea Ferenzci, siguieron fijándose en ellos y abrieron la puerta a lo que sería, más tarde, el llamado movimiento neoanalítico. Dentro de este campo podemos situar autores como Sullivan, Karen Horney o Eric Fromm que en sus diferencias tendrían en común su preocupación por una realidad social que colocaron en el centro de su investigación. Pero la presencia de lo social condicionando lo psíquico continuó siendo algo pendiente en psicoanálisis. Lo que se llama producción de la subjetividad es del orden político e histórico. Tiene que ver con el modo con el cual cada sociedad define aquellos criterios que hacen a la posibilidad de construcción de sujetos capaces de ser integrados a su cultura de pertenencia. Hay proyecto de producción de subjetividad en cada sociedad y estos proyectos de producción de subjetividad, tiene ciertas características: el modo de funcionamiento de la familia del siglo XX en Occidente, con funciones bien diferenciadas, es del orden de la constitución de la subjetividad. Mientras que la diferenciación tópica en sistemas regidos por legalidades y tipos de representación es del orden de la constitución psíquica. De ahí que lo constitutivo del psiquismo, da cuenta de aspectos científicos del psicoanálisis, y que se sostienen con cierta transcendencia por relación a los distintos períodos históricos. (2- S. Bleichmar) Quiere decirse que la necesidad de diferenciar claramente los niveles de organización psíquica se nos hace evidente: constitución psíquica y producción de subjetividad hablan de fenómenos y organizaciones distintas. En nuestra opinión la subjetividad se va construyendo en relación a lo social y a lo largo de toda la vida, teniendo su referente fundamental la problemática de la identidad y, quizás, la legalidad del preconsciente. La constitución psíquica se organiza en los primeros años en la problemática edípica y su referente fundamental es el inconsciente. Quiere decirse que si el aporte psicoanalítico (Freud-M Klein- Lacan) ha sido el de darnos un constructo de lo psíquico al margen de lo histórico cultural ello determinará un espacio funcional autónomo. En palabras de S. Bleichmar: “más allá de que las inscripciones que constituyen las instancias secundarias (yo, ello, superyó) puedan sufrir variaciones culturales, habrá elementos insoslayables de la pautación que imponen sus regulaciones para que los seres humanos puedan vivir en común y sostenerse en el marco de los riesgos que los acechan.” (ID. Pág. 34) Lo cual quiere decir que lo cultural no se mueve en un universo arbitrario del todo es posible ya que “las condiciones de existencia de una sociedad no se proyectan hacia el futuro sin una cierta universalización ética, que opera como imperativo categórico para el universo de sujetos que engloba” (Id.Pág. 34) La relación entre cultura y psicopatología o entre lo social y lo psíquico se presta, en ocasiones, al no tener en cuenta esta diferencia entre producción de subjetividad y constitución psíquica, a equívocos o a ciertas simplificaciones. Así, Joan Coderch “Me parece razonable pensar que el incremento en el número de pacientes con personalidad narcisista que vemos en nuestros consultorios es debido, por lo menos en gran parte, a los cambios que, en forma progresivamente acelerada, desde las últimas décadas del siglo XX, han ido desarrollándose en el tejido social. Y, dicho de forma más radical, pienso que si el número de personalidades narcisistas va en aumento es porque la nuestra es una sociedad notablemente narcisista, y una sociedad narcisista estimula y alimenta la aparición de personalidades narcisistas.” Esto está dicho en el año 2006. En el año 1987, esto es, casi 20 años antes y también entre nosotros (Revista de Psicoanálisis, 1987: La estructura borderline en el marco de las contradicciones actuales. Norma Ferro...) plantean el problema en los mismos términos: “Este trabajo lo iniciamos con la hipótesis, extraída de nuestra práctica profesional, de que en la actualidad estamos asistiendo a una mayor emergencia de estructuras borderline.” En este caso las autoras son algo más específicas y encuentran la confirmación de su hipótesis, no en aspectos generales de la sociedad, sino en los modelos familiares tipo “que van apareciendo en distintos momentos históricos, en función de distintas condiciones socioeconómicas y políticas...” El salto de esas condiciones sociopolíticas y su reproducción en el contexto del grupo familiar no las encontraremos por ninguna parte y, así se convierten en peticiones de principio: “Tomamos al Grupo Familiar como una de esas realidades grupales, donde observamos cómo se expresa y reproduce lo social y como se concreta lo individual a través de un inter-jugar constante”. A partir de aquí ya será posible la construcción de problemáticas sociales que se reproduzcan en el grupo familiar en una suerte de confusión entre lo social y lo psíquico donde el inconsciente queda relevado a lo preconsciente y donde el discurso ideológico toma el protagonismo. … ni nuevas patologías. El diagnostico empezó siendo fundamental en relación a las posibilidades terapéuticas. En cualquier caso, el diagnóstico venia ya de la medicina y arrastraba por tanto el problema de la salud y la enfermedad. No obstante, el psicoanálisis pretendió romper con esta división y presentó la salud y la enfermedad como un continuo en el desarrollo psíquico y no una diferencia cualitativa entre lo sano y lo enfermo. La gran polémica que se daba en tiempos de Freud era en torno al carácter degenerativo o constitucional de la enfermedad. Aun rompiendo con estos planteamientos, el psicoanalista se vio forzado a la clasificación: neurosis, psicosis y perversiones fueron los diagnósticos que surgieron y aun predominan. La problemática del carácter y el grupo de los pacientes narcisistas y borderline amplia discretamente el campo psicopatológico. Uno de los argumentos más repetidos en la actualidad es que ya no se ven los pacientes que veía Freud. Otros, más exigentes, dicen que tampoco se ven los de M. Klein ni los de Lacan. Sin embargo, también se dice que hoy al Hombre de los lobos se le diagnosticaría de borderline y nunca de obsesivo. Quiere decirse entonces, que quizás lo que esté cambiando es la exigencia diagnóstica y no tanto las nuevas patologías. Los pacientes que veía Freud los conocemos por sus historiales y sabemos cómo los historiales freudianos eran cuentos de hadas y no historiales clínicos al modelo médico. Historiales que no reflejan una realidad histórica social sino un devenir de un sujeto psíquico atravesando su problemática edípica. Hay psicoanalistas inquietos que no se conforman con un campo tan restrictivo de la actividad psicoanalítica. El propio Freud no se conformó y amplió su herramienta a demasiados campos: la historia, la religión, la sociología, el arte, etc. Como se construye el sujeto psíquico en el campo adípico es una cosa y como se construye la subjetividad en el campo social es otra. Así, “la diferencia entre producción de subjetividad y constitución del psiquismo tiene que ver con la causalidad de la patología psíquica. La patología psíquica se da en la desarmonía de la constitución psíquica mientras la patología social se da en la desarmonía de la producción de subjetividad. Por eso, y en nuestra opinión el sujeto social ha cambiado desde la época de Freud a hoy, pero no así el sujeto psíquico. Eso le permite decir a Lacan “que no hay ninguna diferencia estructural entre el pensamiento del señor Aristóteles y el de algunos otros” (Pág. 196 La tópica de lo imaginario. Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud) Si Freud sacó la sexualidad del campo de la auto conservación lo cual constituye el acta de nacimiento del psicoanálisis, Stoller, casi 100 años más tarde dio un paso decisivo en este empeño en diferenciar lo social de lo psíquico y, precisamente también en el campo de la sexualidad. El concepto de género surge del psicoanálisis para definir un concepto sociológico: los roles que cada cultura otorga a que es lo femenino y que es lo masculino y cuáles son las relaciones posibles en dicha cultura. La “Violencia de género” se ha convertido en Occidente y sobre todo en algunos países como el nuestro, España, en una categoría diagnóstica de carácter sociopsicológico. El Consejo de Europa firmó, en mayo de 2011 y nada menos que en el Estambul de Erdogan, un Convenio de protección a la mujer contra la violencia de género y doméstica. En el artículo tercero se presentan las definiciones de las cuales solo voy a señalar algunas: ARTÍCULO 3 Definiciones A los efectos del presente Convenio: a) Por «violencia contra la mujer» se deberá́ entender una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres, y se designarán todos los actos de violencia basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o sufrimientos de naturaleza física, sexual, psicológica o económica, incluidas las amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, en la vida pública o privada; b) Por «violencia doméstica» se entenderán todos los actos de violencia física, sexual, psicológica o económica que se producen en la familia o en el hogar o entre cónyuges o parejas de hecho antiguos o actuales, independientemente de que el autor del delito comparta o haya compartido el mismo domicilio que la víctima; c) Por «género» se entenderán los papeles, comportamientos, actividades y atribuciones socialmente construidos que una sociedad concreta considera propios de mujeres o de hombres; d) Por «violencia contra la mujer por razones de género» se entenderá́ toda violencia contra una mujer porque es una mujer o que afecte a las mujeres de manera desproporcionada; e) Por «victima» se entenderá toda persona física que esté sometida a los comportamientos especificados en los apartados a y b; f) El término «mujer» incluye a las niñas menores de 18 años. Como vemos el legislador se olvida de señalar que quien emplea la violencia contra la mujer siempre es un hombre. Enseguida vendrán en su ayuda, psiquiatras, psicólogos, sociólogos, incluso psicoanalistas, para construir la imagen del maltratador. Esto es un buen ejemplo de la construcción de una categoría diagnóstica entendible desde esa concepción de la producción de subjetividad desde lo social. En septiembre del año 2011 tuvo lugar en España uno de esos asesinatos que conmocionan a la sociedad. Un padre en proceso de separación mata a sus dos hijos, de seis y dos años de edad, los incinera y simula que se han perdido en un parque. Los medios de comunicación emprenden una cruzada informativa donde policías, forenses, psiquiatras, sociólogos y ningún psicoanalista van dando la interpretación de los hechos según sus respectivas disciplinas. La insatisfacción se hizo evidente a medida que transcurrían los meses y se procesaba a un sujeto que permaneció en el anonimato psíquico por obra y gracia de un discurso aparentemente psicológico pero que no era más que el rescate que el sentido común hace de categorías que nada explican. El diagnostico que ha quedado es el de: narciso, autoritario, agresivo e incapaz de amar. Y naturalmente alusiones a la malignidad de una sociedad de la que surgen semejantes individuos. Los conceptos psicoanalíticos han quedado pues, subsumidos en esa otra dimensión que es la del sentido común por obra y gracia de la función re significante de los medios de información que se sienten más cómodos en el campo de la sociología. Pero, en cualquier caso, esta deriva vulgarizadora no resuelve el problema. La necesidad de un diagnostico se impone y solo los datos de un comportamiento son insuficientes. El diagnostico psicoanalítico es transferencial no fenomenológico. ¿Podríamos decir que nos encontramos con una nueva patología ante los datos fenomenológicos de este caso? Un trastorno obsesivo compulsivo y una destructividad extrema, ¿el asesinato de los hijos, como forma de odio al cónyuge? Desde el punto de vista estructural no sabemos si el paciente es tan solo un neurótico –trastorno obsesivo compulsivo- un psicótico, o un perverso que usa al otro, la esposa, como vehículo de su placer narcisista. Pero si aceptamos que en la construcción psíquica van actuar esas dos dimensiones: constitución del psiquismo y producción de subjetividad nos tendríamos que plantear no solo sus definiciones sino sus mecanismos de construcción. En el caso de la constitución psíquica toda la metapsicología freudiana, los mecanismos psíquicos primarios de M. Klein y el RSI de Lacan parecen articulados para darnos cuenta de dicha constitución. En el caso de la producción de subjetividad me temo que no pasamos de la mera definición, del señalamiento del espacio donde se produce, pero, en ningún caso, los mecanismos que la hacen posible.
por Rómulo Aguillaume 16 de junio de 2012
Resumen. El difícil lugar que el psicoanalista ocupa en el campo de la salud mental no impide que se pueda reflexionar sobre dicho papel y la posible eficacia del mismo. La división entre un tratamiento basado en la singularidad del sujeto y otro, en que la demanda social requiere otros procedimientos, no impide la búsqueda de un diálogo en que ambas posiciones se puedan encontrar. La psiquiatría, desde la Psicofarmacología y la Neurociencia, realiza sus programas de salud mental en aras de una eficacia frente a una práctica psicoanalítica que hace del sentido un aporte cuestionador de dicha eficacia. Introducción. Esta ponencia o conjunto de ponencias podrían constituir una respuesta o una reflexión a la ponencia del día anterior donde la neurociencia nos devolvía a un lenguaje donde el sentido psicoanalítico encontraba una justificación en la causalidad científica, fundamento de la supuesta eficacia que la salud mental persigue. La necesidad de ampliar el tratamiento psicoanalítico a grandes masas de población y no solo a sujetos muy seleccionados no es una tentación actual, pues ya el propio Freud lo preconizó, en 1918, aunque nunca se logró de forma definitiva. Igualmente, el campo de la salud mental estuvo siempre abierto a la inclusión de técnicas y modelos teóricos que facilitaran su empeño. El problema, que muy pronto se hizo evidente, fue que al psicoanálisis le era difícil integrarse en el campo de la salud mental y a ésta le era imposible aceptar las premisas que el tratamiento psicoanalítico requería. Así pues, imposibilidad por ambas partes. Para el psicoanálisis, entrar en el espacio de la salud mental era entrar en un espacio donde el sujeto enfermo, en su singularidad, era sustituido irremediablemente por la cosificación de la enfermedad mental. Sin embargo, el diálogo entre psicoanálisis y salud mental fue y continúa siendo inevitable. Entre nosotros, quiero decir en castellano, y en 1985, en una mesa redonda sobre salud mental y psicoanálisis,(1) en que participaron Willy Baranger y Mauricio Abadi, entre otros, se pudieron apuntar muchos de los problemas y posibilidades que el tema deparaba. El primer problema, que acabo de señalar, es que el psicoanálisis se ocupa del conocimiento del individuo, y la salud mental, a través de la psiquiatría, tiene un enfoque comunitario que se apoya en el concepto de enfermedad mental. Para el psicoanálisis el individuo enferma desde su biografía y no por la constitución de una supuesta enfermedad. No podemos negar, sin embargo, que la singularidad biográfica impida que desde el psicoanálisis sea posible determinar rasgos que estabilizan el psiquismo y nos permiten hablar de estructuras psíquicas, esto es, la singularidad del sujeto está hecha sobre la base de que su historia ha devenido estructura psíquica funcionante (1) Entre enfermedad mental y estructura psíquica hay diferencias, pero que no impiden la construcción de una nosología. Hay una nosología psiquiátrica y una nosología psicoanalítica, diferenciables, pero que, en el fondo, se encuentran en el peligro de una posición cosificadora que debería ser ajena al psicoanálisis. El síntoma de la psiquiatría habla de enfermedades; el síntoma psicoanalítico es un mero significante en pos de una estructura a la que no determina. Naturalmente los síntomas hablan de muchas cosas: del deseo, de contradicciones sociales, de abusos de poder, de alteraciones hormonales o cromosómicas, de singularidades personales, y etcétera. Pero, termine en enfermedad o en estructura, terminan en la repetición, en la compulsión repetitiva donde el sentido parece que se pierde y la supuesta causalidad de la naturaleza parece que hace su aparición. Y es precisamente en esta repetición que expresa el síntoma, donde la salud mental construye su política de la eficacia y el psicoanálisis desarrolla el poder de su sentido. Por eso, eficacia y sentido, pretenden servir de referentes de dos modelos, condenados a encontrarse, pero no a confundirse. El primitivo título de esta ponencia era Eficacia y sentido: psicoanálisis y salud mental. Por alguna razón que desconozco se transformó en el actual, Eficacia y sentido: psicoanálisis de la salud mental. Cambio que implica un posicionamiento más pretencioso: el psicoanálisis, por fuera de la salud mental, interrogándola. El psicoanálisis por fuera o desde fuera como parece ser el destino que la evolución de las cosas nos depara: los psicoanalistas en el lugar de cuestionadores, ayudando, como dice Eric Laurent “ a despertar los espíritus y luchar contra el sueño de la razón, contra esas consecuencias de la supuesta hipótesis de la psyché”.( Pág. 56)(2) Evidentemente despertando a psiquiatras y psicólogos desde una posición de igualdad, “No vamos a tener en esto una posición de organizadores, solo de participantes, continúa Laurent desde una posición de humildad que tan mal le sienta al psicoanálisis. En cualquier caso, el lugar del psicoanalista sigue siendo un interrogante en el campo de la salud mental y en este sentido,-nos apunta Laurent- no hay que obnubilarse sobre la identidad del psicoanalista- el problema no es su identidad, son sus usos y los usos definidos a partir de la conversación”.(2) (Pág. 59) No obstante y, aunque la identidad del psicoanalista no es importante si lo es fijar su lugar de trabajo: por fuera del mundo institucional, respondiendo a una demanda que se aleja cada vez más de los presupuestos psicoanalíticos, esto es, tratando de integrarse en una práctica donde los criterios evaluadores y de eficacia son de difícil aceptación. Algunos psicoanálisis no encuentran dificultad alguna en esta integración, los trabajos de Fonagy van en esta dirección como, en general, los que se basan en la teoría del apego. Pero hablamos de otro psicoanálisis, de un psicoanálisis no cuantificable, que se evalúa desde la pura subjetividad del paciente que ha terminado su análisis y lo corrobora ante la sociedad de psicoanalistas. La eficacia del psicoanálisis, decía Lacan, es producir psicoanalistas o, en cualquier caso, la producción de un sujeto responsable ante su síntoma, decimos nosotros, sin saber muy bien lo que decimos. Salud mental e imaginario social. En la construcción del concepto de salud mental intervienen demasiados actores y yo me centraré, únicamente el que tiene que ver con un imaginario social, el actual, donde la eficacia tributaria de la economía de mercado lo invade todo. Tan es así, que el tan citado Eric Laurent nos vaticina que en el siglo XXI “lo que no tenga eficacia no va a tener lugar” El imaginario social se ha complejizado hasta ser concebido, en la actualidad con dos acepciones distintas: una que designa las creencias, ideología, mitos que la función significante de la sociedad desarrolla y otra, la que tiene que ver con el imaginario radical, del que nos habla Castoriadis, y que se refiere a la capacidad creativa de los colectivos anónimos y que se encarnan en las instituciones y en los mitos históricos de toda sociedad. La elección de dos términos como sentido y eficacia tienen la pretensión de fijar los dos niveles donde cultura y ciencia se expresan y es el campo de la praxis de la salud mental donde ambos conceptos determinan las tensiones que aparecen tanto en lo llamado terapéutico como en la normativa institucional que lo ampara.} Un mito, o un constituyente imaginario, como diría Castoriadis, cual es el de eficacia se podría expresar por el convencimiento de que la salud mental es un problema de ciencia natural y que es en su seno donde se podrá resolver. La eficacia se adscribe erróneamente a una praxis de la ciencia y el sentido a una praxis de las ciencias sociales- en nuestro caso el psicoanálisis- y que la salud mental queda constreñida, en el mejor de los casos, entre estas dos opciones. La eficacia como expresión de un lenguaje cuantificable, marca el campo de una realidad que pretende desligarse del campo de otra realidad marcada por un orden simbólico o de sentido donde el deseo es el último o el primero de sus referentes. Y el otro componente del imaginario social moderno, en relación con lo que aquí nos interesa, la eficacia centrada en el mercado, quiero decir la rentabilidad económica. Eficacia, rentabilidad económica y evaluación son constituyentes de un imaginario social que arrastra la política de salud mental desde ese. La evaluación, constituyente del imaginario social de la economía de mercado, se presenta ante la mirada escandalizada de Jacques-Alain Miller como un metalenguaje universal y un imperativo epistémico y económico. Quiero decir, como este autor también dice, que hubo un tiempo en que la psiquiatría “se organizaba en torno a los efectos del medicamento, pero estamos ahora ante una psiquiatría cuya clínica se organiza en función de los costes financieros.”(3) (Pág. 137.) La salud mental y la política de la salud mental. La salud mental no es solo la política de la salud mental es también la clínica de la salud mental y por eso es la clínica y sus evoluciones quien nos sigue cuestionando la realidad de la salud mental en cuanto organización de síntomas y nos acerca cada vez más a una clínica donde solo el síntoma importa, como referente de una supuesta enfermedad tal y como los DSM nos enseñan. La clínica subyace a un psiquismo organizado, a una estructura psíquica, a una psyqué, mientras el síntoma nos refiere a un simple sufrimiento o mejor aun a un goce que surge de una adaptación que se denomina desorden. Por eso en principio el desorden del síntoma nos remite al orden público como destino de una praxis terapéutica y, ahora, también, a un interrogante sobre un orden socio familiar que impone una violencia donde el sujeto atrapado expresará su síntoma. El familiarismo psicoanalítico del que nos habla Deleuze y Guattari. La salud mental es un tema moderno, más o menos desde que se descubre, se inventa o se decide que los derechos humanos son universales y que el Estado moderno se debe hacer cargo de ellos. En el imaginario social emerge el derecho a la salud como uno de sus constituyentes, pero las formas concretas que adoptará ya no son universales sino específicas de áreas geográficas o culturales. La comunidad de Madrid se define como área especifica y así nos atendremos a sus definiciones, objetivos y evaluaciones del tema que nos ocupa. El Plan de Asistencia psiquiátrica y salud mental de la comunidad de Madrid 2003- 2008 nos permite reflexionar sobre todo esto. Consideran los elaboradores del Plan que: en la sociedad actual asistimos a cambios en la forma de enfrentarse al sufrimiento humano que a veces conllevan el intento de medicalizar o psiquiatrizar cualquier tipo de malestar o inadaptación. Por nuestra parte, no consideramos excesivo apuntar que gran parte de la responsabilidad en la medicalización del sufrimiento lo tiene el propio sistema al prometer píldoras de la felicidad para todos. Y cuando digo sistema, digo voceros del sistema, esto es psiquiatras y psicólogos. Recordemos como en los años 70 todos nos sentimos ufanos cuando la antipsiquiatría cerró los manicomios y abrió los hospitales. El loco pasó, de loco a enfermo. Un gran avance: el paso a los hospitales naturalizó la locura de donde ya es prácticamente imposible rescatarlo. Pero en cualquier caso, volviendo al tema que nos ocupa, la inespecificidad de la denuncia no impide que a renglón seguido se citen como núcleo de la preocupación de este plan los siguientes planteamientos: Al mismo tiempo se observan – nos dicen los autores- algunos fenómenos o demandas emergentes que tienen una mayor consistencia para su abordaje dentro de nuestro ámbito. Por otro lado, continúan los autores, el desarrollo técnico y científico ha provocado que determinadas técnicas y procedimientos que tenían un uso restringido, deban ser incorporados a la práctica asistencial cotidiana. Como resultado de todo ello se identifican diversas patologías o demandas emergentes dentro de la actividad asistencial actual, entre las que destacaremos : LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD EL DUELO PATOLÓGICO EL ESTRÉS LABORAL LAS TÉCNICAS DE NEUROIMAGEN Como vemos, junto a las patologías la nueva técnica que abre esperanzas. En cualquier caso, siempre hubo patologías de moda e idiosincrasias nacionales. Frente a los Trastornos de Personalidad- según los responsables del plan- Se debe planificar la optimización y desarrollo de programas y recursos específicos que aborden esta problemática, ya que actualmente esta demanda genera problemas de abordaje en los dispositivos asistenciales y un importante consumo de recursos con dudosa o baja efectividad. El duelo es igualmente problematizado en función de su demanda: Se trata de una demanda creciente para su atención en los servicios de salud mental, que presenta dos problemas principales resultantes de su identificación no correcta: * El abordaje de problemas adaptativos al proceso natural de la pérdida como si de un trastorno mental se tratara. * La no identificación de un duelo como patológico y, por tanto, el que no se trate adecuadamente. Para finalizar, las patologías del estrés laboral muestrna una problemática mucho más amplia: Algunas condiciones del mundo laboral actual pueden generar demandas asistenciales en las cuales es importante identificar algunos factores: * La existencia o no de un trastorno mental * Problemas sociales concomitantes * La vinculación de la demanda a posibles beneficios y prestaciones sociales (bajas laborales por enfermedad) De la correcta identificación de estos factores y de la interacción entre ellos, va a depender el que se deba o no atender en los Servicios de Salud Mental y cual va a ser el abordaje más correcto. Y, aunque hay multitud de referencias a modalidades terapéuticas, como son desde luego los psicofármacos y las psicoterapias, sin embargo la alusión a la última novedad terapéutica, quiero decir a las técnicas de neuroimagen nos llenan de una esperanza inquietante: La incorporación de las técnicas de neuroimagen en la detección, delimitación, tratamiento y seguimiento de la patología psiquiátrica ha supuesto una revolución científica importante en las últimas décadas que no ha ido acompañada de su uso y acceso amplio por los profesionales de la salud mental. Se promoverá una mayor disponibilidad de estos medios para los servicios de salud mental ambulatorios. Como vemos un recorrido somero por un plan donde la preocupación económica y de rendimiento se encuentra, tanto en la selección de los cuadros clínico – los más demandados y los más caros- como en el futuro terapéutico de la neuroimagen. Eficacia y evaluación. Los programas de evaluación tienen el reto de medir la eficacia: método cuantitativo que deja el sentido del lado de lo no cuantificable. Ya sabemos, hay quien trabaja y quien interpreta, he leído en alguna parte. La necesidad de una eficacia permite al Estado la incorporación de medios que racionalicen económicamente una actividad sin rentabilidad inmediata. ¿Qué mide la eficacia? La eficacia es la “Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera” dice la Real Academia. Pues lo que se espera es la integración social del enfermo mental, en un tiempo corto, esto es, su no cronicidad. Lo que ocurre es que: “La cronicidad no es un problema de duración. La duración del tratamiento de un sujeto con un trastorno mental tiene como perspectiva toda la vida. La cronicidad se produce cuando ya no quedan objetivos terapéuticos.(2) (Pág.37) Hemos pasado pues, del ya no se puede hacer más del manicomio a, podemos seguir haciendo, del último psicofármaco o de las técnicas de neuroimagen. Por eso la eficacia debería medir no los recursos que consume el enfermo mental sino los recursos que genera. En 2007 se recetaron en España 41.203.879 envases de ansiolíticos y 23.990.412 de antidepresivos, según datos del Ministerio de Sanidad; algo menos que en 2006, con 43.856.219 y 24.682.891 envases expedidos, respectivamente., nos informa un articulista de El País.(4) Esto es ¿lo que se ha gastado o lo que se ha producido? Creo que habría que acabar con el mito del gasto del enfermo mental. El enfermo mental genera mucha riqueza: desde los laboratorios con sus psicofármacos a los gabinetes con sus psicoterapeutas. Únicamente los pobres son los que no generan riqueza y por eso no son rentables. Hemos pasado de la caridad a la rentabilidad guiados por la eficacia. En cualquier caso, la evaluación es imprescindible. Y la evaluación evalúa la eficacia y la eficacia no muestra la cantidad de pacientes que dejan de tener necesidades asistenciales, sino la adaptación a las exigencias asistenciales: continuar tomándose las pastillas toda la vida, pasar a un tratamiento de psicoterapia o acudir a un centro de rehabilitación. La eficacia también se mide por las altas hospitalarias o de consulta. Esa eficacia no sigue el destino del paciente porque lo que interesa es medir una eficacia puntual. Un ejemplo, además desde el campo del psicoanálisis, nos serviría de ilustración: El hombre de los lobos. Según Freud este paciente se fue de alta curado, o al menos con un nivel de salud mental como nunca antes había tenido. Sin embargo, sabemos, que el hombre de los lobos vivió hasta los 92 años y que prácticamente fue un paciente toda su vida. Después de El hombre de los lobos Freud no volvió a escribir ningún caso clínico. Así pues, la eficacia sobre qué o, la eficacia del fármaco que guía a los psiquiatras o, está surgiendo una nueva psiquiatría basada en las finanzas. Pues sí, la rentabilidad se impuso en la salud mental hace ya cierto tiempo como en el resto de las actividades humanas. Quiere decirse, que la eficacia tiene su historia que se apoyó primero en un buen diagnóstico, luego en una buena farmacología y hoy en una buena rentabilidad. A pesar de todo, el presupuesto para la salud mental sigue creciendo, posiblemente porque no es un presupuesto de gastos sino de ganancias. El sentido perdido: la imposibilidad del discurso psicoanalítico y su necesidad. Para empezar, la salud mental es una actividad fundamentada, no en una preocupación clínica, sino en una demanda. Antes, los médicos de cabecera sabían cual era la especialidad que nos convenía. Ahora ya no hay médicos de cabecera, sino médicos de atención primaria, concebidos como primer batallón de enfrentamiento a una demanda donde ya lo primero es la contención, no el diagnóstico, ni la clínica. Desde esa posición lo primero que se ve es el síntoma, quiero decir la depresión o la tristeza, porque síntoma y clínica se unifican en la primera atención o atención primaria. Si el síntoma permitió la elaboración de una clínica hoy el síntoma define la clínica, al menos en un principio. Síntoma sin clínica. Luego, si se llega al especialista, el síntoma encontrará la clínica, y de aquí a la enfermedad. ¿Qué papel puede jugar el psicoanalista en todo este engranaje? El discurso psicoanalítico fue un discurso de sentido. Cuando Freud determina que el síntoma tiene sentido lo arranca de una cuantificación y lo deja en el lugar de lo específico de este sujeto. Desde entonces la evolución fue en paralelo: un psicoanálisis del sentido y una psiquiatría de la causa. El universo de los símbolos y el universo de la ciencia. Eric Laurent, desde un cierto optimismo piensa que cuando el sistema llega a un callejón sin salida, esto es, cuando la ciencia se atasca, se vuelve la mirada al psicoanálisis y se le pregunta. Aun cuando siguen surgiendo cambios sociales que presentan nuevas patologías, el sistema tiene recursos para seguir aplicando un método científico que cuantifica desviaciones de una norma que ya no necesitan ningún sentido. Poco a poco todo el sentido gira en torno a un sin sentido que la causalidad cubre, y estabiliza un síntoma que la farmacología contiene, aunque solo sea como efecto placebo. Pero el sentido insiste y así, cuando el funcionario se queja del aumento de una demanda indiscriminada, nos invita a poner una frontera entre el duelo normal y el patológico. Quiere decirse que nos pide que fijemos una frontera, esto es, tomemos una posición ética donde el significado vuelve a hacer su aparición. Que la ética del comportamiento, referente de la psiquiatría deje paso a la ética del conocimiento. Quizás ese sea el lugar de la eficacia psicoanalítica, como apuntaladores sutiles del sistema. Terminaré con dos pretensiones, una práctica y otra teórica. La práctica: hace años se discutía el papel del psicoanalista por dentro de la institución, haciendo psicoterapias institucionales o, si no, analizando trabajadores de la salud mental. Las psicoterapias institucionales están suficientemente asentadas en conceptos psicoanalíticos con lo cual solo nos queda el psicoanálisis de los trabajadores de la salud mental para, quizás, lograr con ellos instituciones menos horribilis y planteamientos más críticos. Y la teórica, apoyándome en un autor que hay que leer Charles Taylor: “Es necesario trascender los limites de una ciencia basada en la verificación, en beneficio de una ciencia que estudie las significaciones intersubjetivas y comunes inscriptas en la realidad social (5) pág. 191-192 BIBLIOGRAFIA 1. Revista Argentina de Psicoanálisis (1985) nº 3 Tomo XLII, Buenos Aires. 2. Laurent, Eric (2000). Psicoanálisis y salud mental. Buenos Aires: Tres Haches. 3. Pundik, Juan (compilador) (2007). Madrid: Ed. Filium. 4. Los fármacos ganan a la psicoterapia · ELPAÍS.com Lunes, 5/1/2009 5. Taylor, Charles (2005). La libertad de los modernos. Buenos Aires: Amorrortu.
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